Dr. Cristian Cerda
¿Por qué luego de más de dos décadas de la irrupción sin precedente en Chile del Proyecto Enlaces las tecnologías digitales no han logrado impactar lo esperado-imaginado en materia de aprendizaje? La respuesta puede sonar un poco dolorosa, pero mi experiencia adquirida desde los inicios de dicha iniciativa me lleva a pensar que no logramos pasar masivamente en los colegios la fase de implementación y alfabetización computacional. Es más, creo que sólo nos acercamos muy tangencialmente, a través de un selecto grupo de destacados y entusiastas profesores, al uso en aula de estrategias efectivas de integración curricular de TIC orientadas a mejorar la enseñanza y por ende el aprendizaje.
La primera etapa: la escuela, el computador y el profesor
Desde el inicio oficial el año 1993 del Proyecto Enlaces en la Universidad de La Frontera en Temuco, la idea de utilizar computadores como medio de apoyo a la enseñanza pareció revolucionaria, desafiante y llena de posibilidades: ¿Cuántos computadores debemos poner en los colegios? ¿Podremos crecer de manera más acelerada, o sólo como el diseño de una pirámide invertida lo propone? ¿Cuál será el foco más adecuado a abordar? ¿Deberemos enseñar a programar en Logo a nuestros alumnos? ¿Qué software debemos comprar o crear? La respuesta fue una implementación progresiva, sustentada en buenas prácticas, con un foco en el docente en ejercicio y en la capacidad de estos de integrar TIC para ofrecer más y mejores oportunidades de aprendizaje a nuestros estudiantes.
La segunda etapa: el computador, las redes y el contenido de Internet
Con el aumento progresivo y un acceso a más y mejor Internet, la experiencia de trabajo colaborativo a distancia entre establecimientos educacionales nos hicieron ampliar nuestros horizontes pedagógicos. Iniciativas como “Clases Gemelas”, “World Links”, “Pen Pal Project” nos invitaban a desarrollar proyectos colaborativos a distancia entre establecimientos educaciones Chilenos y escuelas de otros países. Ya habíamos olvidado totalmente la posibilidad de programar y el software educativo empezaba a ser reemplazado por el acceso a contenido actualizado y gratuito en Internet. “Intel Educar para el Futuro” nos mostraba la manera en que las tecnologías se fusionaban con el aprendizaje basado en proyectos y la evaluación formativa. Nuevamente un conjunto siempre valioso de docentes de aula tomó con energía y determinación este desafío.
La tercera etapa: las redes sociales y el cambio en la mirada del proyecto Enlaces
La irrupción del terremoto del 27 F en Chile no sólo coincidió con un cambio de gobierno, sino también con un cambio en el trabajo de apoyo entregado a las escuelas por el Proyecto Enlaces a través de su Red de Asistencia Técnica distribuida en universidades de todo el país. Coincidente en el tiempo, la presencia casi omnipresente de los Smarthphone en bolsillos de profesores y alumnos, unido a la popularidad de redes sociales como Facebook y Twitter promovió en muchos la necesidad “seudo forzada socialmente” de las personas por tener una identidad virtual. Esto hizo que las tecnologías digitales giraran de manera inesperada y abrupta hacia usos más ligados a entretención, comunicación personal y consumo de información multimedia. Una vez más un grupo de investigadores y docente decidieron usar este acceso en favor de más y mejores aprendizajes. Surgió entonces el concepto de “Facebook Educativo” y los alumnos virtuales dejaron de ser sólo alumnos y pasaron a tener también otros roles. El cruce entre aprendizaje formal e informal se empezaba a unir gracias a las TIC.
La cuarta etapa: Youtube, MOOC y Scratch intentan rescatar el aprendizaje
La etapa más reciente entre tecnologías y educación, aquella en que gracias a plataformas como Youtube tenemos acceso a información que puede hacer una gran diferencia en el aprendizaje. Los MOOC o cursos masivos online han brindado nuevas oportunidades para aprender en comunidades sin fronteras, pero no han estado exentas de dificultades, la principal de ellas es la baja capacidad de aprender de manera autónoma de muchos aprendices. Por otra parte, empresas ligadas al mundo de las tecnologías han vuelto a resaltar la necesidad de programar y aplicaciones como Scratch se han vuelto populares en el primer mundo. Hay un llamado urgente por programadores, escribir líneas de código resurge como un nuevo lenguaje a dominar. Si miramos con atención podemos ver que un elemento común en esta etapa, y es que el aprendiz trabaja solo o interactúan con comunidades virtuales de apoyo, las cuales son independiente de las aulas docentes.
La reflexión en retrospectiva: ¿Qué nos faltó en estas etapas y qué podemos hacer?
Mirando en retrospectiva creo que no fuimos capaces de anticipar el cambio de escenario tecnológico que se nos venía. Un escenario donde la sala de clases y el profesor dejaron de ser el espacio y el actor exclusivo que mediaban entre las tecnologías y el aprendizaje. Apostamos mucho por el aula y no nos dimos cuenta que quienes pasaban a través de ellas serían nuestro centro de interés a futuro.
Por otra parte, podemos ver que nuestra apuesta por “enseñar con tecnologías” terminó consumida vorazmente por mostrar información con diapositivas digitales. El enseñar también redundó en un menor foco en “aprender con tecnologías” una muestra de esto es el bajo nivel de conocimiento que poseemos de modelos de manejo de información. Pasar del “copiar y pegar” a “identificar, analizar, sintetizar y presentar información de manera original” es un salto gigante en materia de gestión de información.
Por otra parte, nuestra atención a la labor docente en ejercicio nos hizo olvidar a las escuelas formadores de profesores, entidades estables en el tiempo que poseen una labor relevante en el futuro de la educación y quienes podrían ser clave en promover un cambio de paradigma, aquel que indica que para aprender alguien necesariamente debe enseñar. Hoy en día necesitamos de manera urgente empezar a pensar seriamente en formar docentes que no sólo dominen la disciplina y la didáctica, sino que también sean capaces de promover y modelar prácticas de aprendizaje autónomo que acompañen a los estudiantes a lo largo de su vida. Un espacio en que los futuros docentes sepan discriminar de manera consciente que los que nos debe mover hacia las TIC es la capacidad que éstas posean de solucionar problemas centrales a nuestra labor y no sólo las posibilidades que ellas ofrezcan.
Debemos también entender que el acceso individual no tiene vuelta atrás y que es en ese contexto en que las tecnologías pueden ayudar a individuos más y mejor preparados no sólo a entretenerse y comunicarse, sino también a aprender. Sugata Mitra ya lo anticipó, ya hizo la conexión, ahora debemos ver cómo podemos institucionalizar esto en las escuelas formadoras de profesores.
Dr. Cristian Cerda
Académico Departamento de Educación
Universidad de La Frontera
cristian.cerda@ufrontera.cl